Viaje a la Ensenada de La Ciénaga
Nuestro
viaje a la Ensenada de La Ciénaga comenzó en la población de
Ocumare de la Costa, ubicada al Norte del Estado Aragua y rodeada por el Parque
Nacional Henri Pittier desde el Sur, Este y Oeste. Este pequeño pueblo
es uno de los accesos al mar que tiene el Estado Aragua, desde aquí nos
embarcamos en un peñero (nombre con el que son conocidas en
Venezuela las pequeñas embarcaciones que fundamentalmente se utilizan para
pesca y traslado de turistas) y navegamos hacia el Este; pues a La
Ciénaga no se puede llegar por vialidad terrestre ya que la misma no
existe.
El
viaje es a mar abierto y se siente muy claramente cuando las olas rompen en la
proa del peñero, por ello si se desea visitar La Ciénaga (lo
cual se puede hacer turísticamente) o cualquier otro lugar que requiera un
viaje en lancha (y sobre todo a mar abierto), se recomienda que quien
provea el Servicio de Traslado debe contar con la cantidad suficiente de
chalecos salvavidas para todos los pasajeros y pasajeras; recalcamos que no
deben utilizarse servicios que no cumplan esta media de seguridad ya que si la
embarcación se vuelca el fuerte oleaje te dificultará la tarea de
mantenerte a flote (así sepas nadar).
Cuando
se llega a la Ensenada de La Ciénaga sus tranquilas aguas son
un enorme contraste con las inquietas olas del mar abierto, bajo estas mansas
aguas azules hay arrecifes de coral donde habitan distintas clases de peces y
fauna marina, como estrellas de mar, que han encontrado un refugio en
esta Área Protegida alejada de los lugares donde habita el ser
humano. Aquí cabe mencionar que una Ensenada es una entrada de
agua con forma circular y con una boca (entrada de agua)
estrecha; se distingue de una Bahía por su entrada de agua ser
mucho más estrecha; en ocasiones se hace referencia de las ensenadas como pequeñas
bahías.
Igualmente
es muy importante decir que este lugar es un Área Protegida ya
que se encuentra entre las 107.800 hectáreas que conforman el Parque
Nacional Henri Pittier, y contrasta fuertemente con los sectores montañosos
y la Selva Nublada que cubren la mayor parte del territorio de este Parque.
Bordeando las costas de La Ciénaga las montañas más cercanas a
la parte Norte del Parque parecen tranquilos gigantes que duermen arrullados
por el suave oleaje.
En
buena parte de las costas que rodean La Ciénaga podemos encontrar
bosques de Mangle, donde maniobrando cuidadosamente con la lancha podemos
adentrarnos y quedar completamente rodeados por esta vegetación. Estos árboles
en conjunto forman un Manglar que a su vez se convierte en un
ecosistema donde habitan diferentes formas de vida que dependen de los Mangles
para sobrevivir.
Estos
árboles prosperan en zonas tropicales y subtropicales, igualmente es bueno saber
que estos árboles forman una protección natural de la erosión que se produce en
las costas por causa del viento y del oleaje, además de que albergan a
diferentes especies tanto marinas como terrestres.
Las
ramas y raíces de estos árboles se entrelazan unas con otras, formando barreras
naturales que guardan la vida y los espacios que hay más allá de las costas.
Siendo
las aguas de La Ciénaga limpias, cristalinas y poco profundas son un lugar
perfecto para bañarse en sus playas; de hecho, contrastando con su categoría
de Área Protegida, esta ensenada es visitada en diversas temporadas
por una gran cantidad de turistas. Motivado a este hecho se han construido
diversas estructuras (algunas de madera y otras de concreto) que ofrecen
diversos servicios a los(as) visitantes de La Ciénaga.
Esto
no podría calificarse propiamente como bueno, ya que nosotros(as)
estamos invadiendo este complejo ecosistema y, como suele suceder,
acabamos por crear un desbalance para todas las demás especies
que conviven en estos espacios. Pues hay que recordar que generamos desechos no
compatibles con el medio ambiente, como distintos tipos de plásticos y
materiales que no se encuentran en la naturaleza.
Por lo cual visitar un
delicado ecosistema como La Ciénaga requiere un comportamiento
especial, tanto por parte de quienes vienen a hacer turismo como por parte de
quienes ofrecen servicios turísticos en este lugar; el cual debemos recordar
siempre que se encuentra dentro del área de un Parque Nacional.
Con
esto no queremos decir que la actividad turística y la conservación del medio
ambiente no pueden llegar a ser compatibles, ni tampoco proponemos que se
cierre La Ciénaga al turismo, pero sí dejamos claro que
generalmente las actividades humanas acaban por hacer más daño del que
imaginamos al medio ambiente y nos solemos dar cuenta cuando
el problema ya es grave.
Por ello si visitas La Ciénaga, no
contamines y no compres nada en negocios que no sean amigables con el medio
ambiente, tampoco aceptes ofertas de quienes te brinden servicios de
hospedaje; pues está prohibido pernoctar en La Ciénaga, salvo
cuando se realizan campamentos bien organizados con el debido permiso de INPARQUES.
Igualmente
hay quienes ofrecen servicios de viajes de pesca, así como
quienes llevan a La Ciénagaequipos como cañas y carnadas
para pescar, y aquí tenemos que dejar muy en claro que no podemos estar de
acuerdo en que se capturen peces u otras especies en un área que pertenece a
un Parque Nacional, y mucho menos utilizando anzuelos.
La
pesca y captura de especies marinas en este tipo de espacios sólo se debería
permitir en caso de introducirse una especie foránea (ajena) al lugar, como ha
ocurrido con el Pez León (Pterois antennata) en
diversas zonas costeras de Venezuela. O cuando una especie autóctona, o que se
encuentra en el ecosistema temporalmente, causa un desbalance ambiental por
sobrepoblación y pone en peligro la existencia de las demás especies. Pero en
tales casos sólo se permite la captura controlada de las especies que causan el
problema.
Cuando decimos que lugares como la Ensenada de La Ciénaga constituyen complejos ecosistemas no lo decimos en vano, pues de los peces que hacen vida aquí se alimentan otros animales, como este simpático Pelicano que sobrevuela las aguas buscando un pez para alimentarse. Sin los arrecifes de coral los peces no podrían vivir aquí, igualmente sin microorganismos como el Plancton algunos peces no podrían alimentarse, y si no hay peces los Pelicanos no tienen que comer; este es un pequeño ejemplo de como los seres vivos que habitan esta área se relacionan entre sí y constituyen entre todos un ecosistema.
Preservar
un ecosistema no solamente es útil para cuidar a las especies vivas que habitan
en el mundo, el balance ambiental hace que el planeta funcione y
se den las condiciones climáticas idóneas para vivir aquí, el daño
que le hagamos a cualquier parte del planeta se lo estamos haciendo al final y
al cabo a todo el mundo, incluidos los seres humanos y las zonas que habitamos,
pues los fenómenos generados por el desequilibrio del medio ambiente los pagamos
todos los seres que habitamos el mundo.
Te
invitamos a aprovechar al máximo estos Espacios Protegidos que han acabado
abiertos al público, y parte de ese aprovechamiento es
cuidando lugares como La Ciénaga; pues si lo dañamos la decisión de
las autoridades competentes acabará siendo la de cerrarlo al público (es
cuestión de lógica).
Igualmente
hay que tomar en cuenta que estos lugares se convierten en un motor fundamental
en la economía de localidades tan pequeñas como Ocumare de la Costa, donde no
siempre abundan las fuentes de trabajo para las crecientes poblaciones; por lo
cual los habitantes más cercanos a esta zona y quienes ofrecen servicios
relacionados con el turismo en estas áreas, serían los primeros interesados en
la preservación de estos ecosistemas.
Regalemos
a nuestros(as) hijos(as) o nietos(as) playas limpias, un planeta que admirar y
disfrutar, así como un futuro económico sustentable donde nuestra presencia en
un espacio no implique su deterioro. Si visitas La Ciénaga báñate,
come a la orilla del mar, haz una declaración de amor bajo un mangle, toma
fotos de este lugar tan hermoso y de los seres que lo habitan, pero sobre todo;
ámalo y protégelo para poderlo seguir disfrutando, ámalo y presérvalo para que
nuestra casa nos pueda seguir albergando.